TRAVESIA GUAYQUIRARO – LA PAZ - Febrero 2005

Estaba prevista la salida tres días antes pero el viento y las probabilidades de tormenta nos hacia suspenderla. Íbamos a mirar el puerto de La Paz para ver cuanto había crecido el Paraná hasta que amaneció bastante lindo el día, esperamos que fuera el mediodía y nos decidimos. 

Cargamos todo y nos dirigimos dispuestos a cumplir con un viejo sueño “ navegar en el paraíso de riachos, islas y dorados”.

Prefectura estaba avisada así que le informamos la partida, bajamos en el puente del Curupí y desde allí nos largamos aguas abajo. 

Primera parada a unos pocos Km. de la salida, un bañado extenso donde había comiendo un gran cardumen de sábalos. Seguimos viaje hacia la desembocadura del Guayquiraró en el Ingacito entre los saltos de dorados que cazaban, sábalos que comían en los bañados, chajaes que miraban nuestro paso y garzas que cruzaban de un lado a otro los riachos y arroyos.

La parada siguiente fue casi obligada porque tal cual nos habían informado en Prefectura La Paz la Laguna del Plata, en la desembocadura del Guayquiraró, al estar tan crecidos los ríos nos complicaría cruzarla; intentamos ubicarnos y no fue posible todo era igual, buscamos salidas posibles y todo estaba cubierto de agua así que decidimos seguir una correntada que parecía posible pero no nos convencía porque veíamos plantas y ramas que nos indicaban que estábamos en un lugar no tan profundo como el cauce hasta que divisamos un canoero que subía con su “capinchera”. Nos informo que estábamos bien encaminados pero que habíamos errado el cauce solo que al estar todo anegado podíamos cortar camino por donde íbamos.

La tarde iba lentamente transcurriendo sobre las islas y el próximo inconveniente era donde pasaríamos la noche ya que estaba toda la costa anegada y sabíamos que aumentaría su cota por lo que teníamos que hacer campamento en una zona alta. 

Seguíamos remando y mirando los lugares que no dejaban de ser uno mas lindo que otro; otro canoero nos indicó un montecito donde era un lugar optimo y de paso nos invitó a cenar patí frito en la ranchada; ubicamos el lugar ya era casi de noche, aseguramos la Odisea, armamos la carpa e hicimos una buena fogata, cenamos y a dormir.

Amaneció un día de esos que solo el litoral los tiene: frescos, suaves, luminosos, con la fragancia del río y el trinar de los pájaros que habitan la zona. No podíamos pedir mas nada, todo estaba como lo deseamos así que cuando el sol nos mostró todo su esplendor dejamos la costa nuevamente. 

Continuamos dentro de ese paraíso donde la paz y la serenidad es posible, donde no existe otra cosa que no sean sonidos de la naturaleza y donde todo lo demás sobra; en una piragua, gareteando sobre el río y copiando las figuras que se dibujan sobre el lomo es posible tocar la sensación de libertad, lo abstracto se hace palpable, los cinco sentidos lo confirman.

El sol esta sobre nuestra cabeza, cruzamos arroyo Hondo, bajamos en un bañado bastante extenso que prometía diversión con los doradillos y no nos equivocamos porque a los señuelos los despintaron todo con las mordidas, no dejaban que las mojarras hicieran mas de un metro cuando ya lo tenían mordidos, pescamos por mas de un par de horas entre sacar y largar porque no valía la pena sacrificar esos hermosos y juveniles doradillo pues no eran aptos para la parrilla ni la negra de tres patas, Puerto Mitre, Punta Ramírez, arroyo el Arenal nos vieron pasar al ritmo de los caprichos del Espinillo y finalmente ya sobre el Paraná Puerto Márquez nos vió llegar cansados pero cargados de una paz interior, de una indescriptible sensación que solo bajo estas circunstancias se pueden sentir y palpar. 

El paraíso es posible cuando se siente en el alma, cuando el litoral es parte de uno mismo y cuando se unen ambas sensaciones en un solo punto y este se transforma en un retiro espiritual que nos deja como hipnotizados y listos para cumplir nuevas metas cuando la oportunidad se presente, Esquina – La Paz nos espera, los riachos, islas, arroyos, dorados, sábalos, garzas y chajaes volverán a vernos pasar, para quien los desea NAVEGAR EN EL PARAISO es posible.

 

 

FONTANINI, Sergio A. - BAROLIN, Leandro A.

 

Información enviada por Sergio Fontanini sergio fontanini fontansa@yahoo.com.ar 

 


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